¿Cómo seguir a Jesús?
Reflexión sobre Marcos 10:17-30
Seguimos en esta parte del evangelio de Marcos que es la transición entre la vida pública de Jesús y el camino a la Cruz. Y en este camino los discípulos se la pasan confundidos y Jesús nos va enseñando poquito a poquito qué es lo que quiere decir ser discípulo. Acuérdense que Dios nos llama a todos y no tenemos que ser perfectos para ser discípulos. Es más, el ser discípulos nos perfecciona.
Y hoy llega este jóven adinerado y le pregunta a Jesús qué es lo que tiene que hacer para ir al cielo y Jesús le dice, sigue los mandamientos, Ya. Hecho. ¿Qué más? Aquí viene lo difícil: Regala todo lo que tienes y ven y sígueme. Y el jjóven se va triste por tenía muchas pertenencias.
A mí siempre me ha parecido esto muy injusto. El tipo es bueno, sigue los mandamientos, no mata, no dice mentiras, honra a sus padres, reza, pone a Dios ante todo… ¿por qué no puede ir al cielo? Recuerdo la primera vez que escuche este evangelio – yo tenía como 8 años y pensé en mi tía Gabriela – ella nunca se casó, no tenía hijos, y tenía mucho, mucho dinero – tenía una casa lindísima, y una propiedad enorme en uno de los barrios mas high class de Panamá. Y me pareció injusto. ¿Cómo que mi tía no puede ir al cielo? Si ella era una mujer buenísima y todo lo que tenía lo daba – daba a la iglesia y a Caritas y donaciones y fundaciones e hizo mucho por el país – estoy seguro que mi tía Gabriela está en el cielo.
Pero ahi está la cosa: Jesús no dice que los ricos no pueden entrar al cielo – Jesús dice que para los ricos es difícil entrar al cielo. ¿Por qué? Porque cuando uno lo tiene todo: Dinero, propiedad, cosas materiales, amigos, buen trabajo, recursos, muchos logros, educación, licenciaturas, doctorados – si lo tengo todo, no tengo por qué depender de Dios. En cambio, los que no tienen nada, no tienen nada más que depender de Dios. El problema no es tener dinero – el problema es poner todas esas cosas antes de Dios.
Y nosotros, esto lo entendemos. Pero para los judíos era algo difícil, porque para ellos, las riquezas eran señal del favor de Dios: Si yo soy bueno y sigo los mandamientos, Dios me recompensará con riquezas, ganado, propiedad, hijos… Pero esto es totalmente contrario al Evangelio. Es más, en el sur de los EEUU, hay un movimiento evangélico que se llama el Evangelio de la Prosperidad (the Prosperity Gospel) que enseña lo mismo – que si uno es bueno, y le damos nuestras riquezas a la iglesia, Dios nos recompensa materialmente y la gente se lo cree porque el pastor de la iglesia tiene tremendo carrazo y vive en tremenda mansión – pero no es que Dios lo ha recompensado sino que la gente le ha dado todo lo que tiene y probablemente el tipo es un fraude. Esto es totalmente contrario a lo que enseña la Iglesia Católica. El Catecismo de la Iglesia Católica #2404 (ya comenzó el año de la Fe, así es que comencemos a aprender el catecismo) dice que todo lo que tenemos Dios nos lo ha dado para que lo administremos y cuidemos y para nuestras necesidades personales – pero lo nuestro no es sólo nuestro sino son bienes comunes: Lo que tengo lo administro para el bien común.
Este es un mensaje pertinente para nosotros que vivimos en los países desarrollados, que tanto tenemos – que vivimos en una sociedad que no aprecia el trabajo, que todo lo desperdicia – vivimos en una sociedad donde nadie quiere trabajar mucho, pero quieren que se les pague más; quieren que el gobierno les de todo gratis y no quieren darle nada al país de vuelta. Queremos hacernos ricos fácilmente sin trabajar.
Y esta actitud existe en nuestros países también – en Panamá son expertos en el “juega vivo” – ¿cómo puedo hacerme rico fácilmente y aprovecharme de todos? Y aparte es una sociedad muy materialista. Tenemos que tener cuidado como le enseñamos a nuestros hijos a apreciar lo que tienen y a no desperdiciar lo que tienen y siempre tener un espíritu de agradecimiento (en vez de estarles comprando un iPhone nuevo cada vez que se les pierde el viejo). Si tenemos esa actitud, no es difícil dejarlo todo para seguir a Cristo. Y no creo que Jesús quiere que seamos pobres – nadie está diciendo que tienes que irte a regalar todas tus posesiones y que hay que vivir en la calle debajo del puente. Pero si tenemos que deshacernos de todas las cosas que nos impiden seguir a Jesús. Para algunos, puede que eso sea dinero o posesiones materiales – pero puede que sea orgullo, rencor o algún temor. SI queremos seguir a Jesús, todo eso hay que dejarlo.
Pero recuerden, Dios nos llama a todos y no tenemos que ser perfectos para seguir a Jesús. Pero si vamos a seguirlo tenemos que decidir hacerlo y hacerlo totalmente. Cuando venimos a misa y recibimos la Comunión y decimos, “sí Señor, yo creo” también estamos diciendo, “Señor quiero que entres en mi vida, quiero que tomes posesión de mi, quiero entregarme totalmente a ti” – eso no es algo que podemos hacer a medias – no puedes recibir la Comunión y después regresar a tu casa a leer el horóscopo o recibir la comunión y después no puedes pasar 15 minutos al día en oración, pero pasas una o dos horas al día viendo telenovelas o metido en Facebook. O, no quiero hablar con mi hermana porque hace 30 años me hizo, no sé qué, y si no me pide perdón, ¡no le voy a hablar! O recibimos la Comunión pero cuando algún compañero del trabajo o de la escuela nos dice alguna estupidez acerca del aborto o de la familia, no sabemos qué contestar o nos da miedo contestar… Si vamos a seguir a Jesús, no puede ser a medias – es todo o nada.
Y es cierto que eso no es fácil.
Si lo que te prohibe seguir a Jesús es que tienes miedo de dejarlo todo, de cambiar tus prioridades y tu modo de vida, te voy a sugerir que quizás lo puedes hacer al revés. ¿Qué te parece si decides hoy seguir a Jesús primero y le pedimos que nos ayude a hacerlo totalmente? Creo que una vez que lo comenzamos a seguir, nos vamos a dar cuenta que no es tan difícil dejarlo todo – así como cuando uno encuentra a esa persona que nos ama y a quien amamos, no es difícil dejar familia, nuestro país, nuestra vida entera y mudarnos con ellos a otro país. ¡Y lo hacemos como estúpidos, locos de amor, sin pensarlo! Bueno, ¡Jesús es el amor más grande!
¿Qué les parece si hoy decidimos seguir a Jesús y que él nos ayude con el resto?
Es por eso que me parece que la historia de este joven adinerado no termina con el evangelio de hoy. Me gustaría imaginarme que al día siguiente, cuando Jesús y los discípulos iban saliendo del pueblo, camino a Jerusalén, de atrás del cerro se aparece el joven gritando, “Hey, espérenme – ¡ya regalé todas mis cosas y quiero seguirte!” Eso lo podemos hacer todos. Porque no hay que ser santos para seguir a Jesús. Pero de seguro, una vez que decidimos seguir a Jesús y lo queremos hacer totalmente – eso nos hará Santos.
¡Así es que prepárense!